De Krabi a Ko Phi Phi. Buscando el paraíso.

Huyendo de Chiang Mai. De Krabi a Ko Phi Phi

A las 7am Morfeo me deja caer de sus brazos, pero yo me resisto y decido dormitar un poco más. A las 8:30 miro el  reloj y decido levantarme. Sigo mi rutina de los últimos días. Voy al 7/Eleven y compro leche de soja y un bollo. Luego en el mercadillo elijo unas «frutas del árbol de jack» (o jaca). Saben como a plátano pero algo más ácidas y de tacto ceroso. Tomo mi desayuno sentado junto a la muralla. ¡Por fin me largo de  aquí! Lo mejor ha sido el hospedaje, sencillo pero tranquilo y céntrico. Y con una encargada guapa, de sonrisa encantadora y hablar «cantarín» que me tiene hechizado. Hago la maleta y leo en el jardín. A las doce marcho hacia las islas.  Parto de Chiang Mai. Y de Krabi a Ko Phi Phi.

Mar de Andamán. De Krabi a Ko Phi Phi
Volando sobre el mar de Andamán

La chica, como siempre, no está en recepción. Paso al restaurante vecino. Esta petado de chinos. ¡Vaya despedida! Pido ensalada de papaya y cerveza. 45′ esperando. Me mosqueo y le digo al tipo que me atiende que tengo vuelo, que si no me sirven me voy. Me sirven. Engullo y camino del aeropuerto. Son 2.5 km que parecen 10. Pero no se por qué a veces decido ahorrar en cosas importantes y gastar en tonterías (cervezas). Y marcho andando.

Krabi

Cojo el avión y en dos horas estoy en Krabi. Aterrizamos, autobús y a por el hotel. Los viajeros y turistas parecemos un rebaño de ovejas despistadas. Finalmente nos vamos desperdigando y gracias al GPS y sin grandes contratiempos llego al hostal. Sencillo, más bien cutre, pero habitación amplia y con balcón, dueño amable. Le pago y sin ducharme marcho a cenar.

Ciudad de Krabi. Tailandia.
Calle de Krabi

En el segundo tenderete, nunca en el primero (es una manía) me  como un plato de fideos con cerdo. En el siguiente compro 4 buñuelos. Finalmente una bolsa de trozos de sandia. Dos euros y cenado. Paro en el 7/Eleven y cargo con cerveza y agua. Me la bebo en el balcón y decido ducharme.

Dos tipos juegan al ping-pong en el rellano. Salgo y me preguntan algo, nunca  entiendo a la primera, estoy perdiendo oído. Me hago el loco y les digo si quieren unas lecciones de tenis de mesa. Finalmente me retiro a descansar. Mañana será un gran día, seguro. Me gusta Krabi, y mucho.

Me gusta Krabi. Y mucho.

Madrugué, a  las 5.30  andaba despierto. Parece mentira como tus ritmos vitales se van adaptando a los horarios de los lugares que visitas. Además. No habrá cosa más natural (y sana) que  levantarse al alba y acostarse poco después del atardecer

Río y karst en Krabi. De krabi a Ko Phi PHi.
Imagen icónica del río en Krabi

Me dispuse a echar un ojo al río y al muelle desde donde parte el ferri a la famosa isla de Phi Phi. Anduve durante una hora y mereció la pena.

Pasé por un humilde varadero y carpintería de ribera desde donde se podía disfrutar de toda la magnificencia del estuario. Los brazos del río y sus  islas me dejaron boquiabierto. Unas niñas jugaban mientras padre y quizás hermanos aparejaban un bote. Eché unas fotos y tire «palante».

Llegué por fin al muelle y pregunté precio: 400baths, 100 más que en el hotel. ¡No puede ser! Más tarde comprendería la razón. A la vuelta vuelvo a pasar por el varadero, tiro más fotos.

Niños en varadero. Krabi. Tailandia.
Varadero en Krabi

¡Maldita sea! ¡Deja ya la cámara y deléitate con las vistas!

Sigo el cauce del río hasta que diviso dos islas, farallones rocosos roídos por gigantescos ratones. ¡El famoso karst! (más fotos). Ya cansado, como unos fideos con cerdo en el mismo puesto que ayer. Y marcho.

De paseo y copas por Krabi

Tras una prolongada siesta me ducho y acicalo. ¿Quién sabe? ¡Quizá ligo! Salgo por los mercadillos: aromas, sonidos, colores que despiertan mis sentidos y me abren el apetito. Hoy, Krabi es un hervidero de gentes.

Mercadillo de frutas y verduras en Krabi

Junto al mercadillo de frutas y verduras han instalado otro de comidas y un escenario donde actúan niños graciosos y mayores con poca gracia. Y más abajo, junto al paseo que bordea el río, parece haber una feria gastronómica y otro escenario de mayor enjundia. Finalmente me decido a comer en el más humilde y auténtico mercado de frutas y verduras.

En un puesto se exhiben ollas con diferentes comidas muy especiadas. Me hacen probar de varias y apuesto por un curri «massaman» de ternera». Delicioso. Luego tomo un dulce envuelto en una hoja de banano y finalmente un batido de fresa.

Musica folk en Krabi, Tailandia.
Música folk en un pub de Krabi.

Veo un pequeño bar con música en directo, toca un grupo folk. Lo forman 6 o 7 miembros y los acompañan varios amigos que no dudan en fumarse algún porro. La atmósfera no puede ser más relajada y auténtica. Suena genial, pero la terraza no termina de llenarse. Cierran el mercadillo y las expectativas aumentan. Cedo la mesa para que aprovechen aforo y me siento en un rincón. Los chinos solo echan fotos, los mochileros apenas toman una cerveza. Yo ya llevo tres. Lo han notado y pese a ser extranjero empieza a haber cierta complicidad interesada. Hago palmas y disfruto como un enano. La niña de la pandereta me sonríe. ¡Soy feliz! Pago. Dejo 100 baths de propina a los músicos y marcho sorprendido por la efusiva despedida. Corro a la pensión no me lo vayan a cerrar.

Muelle en Ko Phi Phi. De Krabi a Ko Phi Phi.
Muelle en Ko Phi Phi

Ko Phi Phi. ¿Paraíso o infierno?

Ko Phi Phi. ¿Qué cuento de esta isla? Es un lugar de contrastes. Esta afirmación, en mi opinión, suele tener un sentido positivo. Pero no es el caso. En todo el viaje no me he sentido más fuera de lugar que aquí. Phi Phi tuvo que ser un edén a la altura de la Polinesia Francesa (ya también muy castigada), Tuamutu, Marquesas… Y aún se aprecia en ella una belleza intensa, sobre todo vista desde el mar. Sería un sueño visitarla en barco y fondear en sus más recónditas calas de sotavento.

En el ferri a Ko Phi Phi. De Krabi a Ko Phi Phi.
En el ferri a Ko Phi Phi.

Pero no, fui como uno más de los miles de turistas que incluso en temporada baja la abarrotan. Tras el amarre del ferri que hace la ruta de Krabi a Ko Phi Phi, ¡qué gran destreza la del piloto! (con lo que sufro yo con un 36 pies), nos dirigimos en turbamulta por el muelle donde, como es habitual, nos reciben al asalto: comisionistas, buscones, taxistas (de barca)… Trato de decir no con una sonrisa y sin angustiarme. Algún turista pierde la paciencia, es injusto, se ganan la vida de forma  honrada. 

Tras rechazar las numerosas ofertas conecto GPS y a buscar el hostal. En Phi Phi no hay carreteras. Algunas calles peatonales la recorren en parte. Hostal con hostal, diving center con diving center, tienda con tienda, bar con bar ¿Hay trozo de tarta para todos? Se ve que sí. Encuentro mi «guesthouse» y una chica occidental me recibe.  Son muchas las niñas rubias que trabajan aquí. Paraíso y trabajo son palabras antónimas (a mí entender). En resumen, y por no extenderme, la isla es una pequeña Ibiza repleta de chicas bonitas, de chicos guapos y de hormonas en ebullición.

Ko Phi Phi desde la colina.
Ko Phi Phi desde la colina.

La noche de Phi Phi. Alcohol, drogas y tipos danzando.

Disfruto por un rato de Long Beach y dudo si salir de fiesta o no. Y salí. La orgía de alcohol y música se desarrolla en la playa donde los bares disponen sus terrazas. Pese a intentarlo no logran impedir que la mayoría compre sus bebidas, cubos de combinados o cervezas, en las tiendas. Yo hago igual. Hay malabaristas que danzan con antorchas y postes donde se encaraman cual Simeón el Estilita, primero un bailarín y luego un borracho.

Finalmente comienza el baile del «limbo». Una barra iluminada por leds va bajando a medida que es superada por los elásticos participantes. Sale un «adonis» con un cartel: «Chica en top less o tío desnudo cubo de combinado gratis» Rápidamente veo una poll… No llegaré a ver una teta. ¡Qué modositas que deben se las aussies y americanas para eso de enseñar las tetitas!

Espectáculo playa Phi Phi. Tailandia.
Simeón el estilita

Tras varias cervezas se me acerca un nativo (hay varios fumando marihuana). Me enseña un menú que no consigo leer bien. Finalmente identifico una palabra: «cocaína»

– No gracias.- le digo. Soy mayor para eso.

Lo mejor de la noche es el para mí insólito espectáculo de las mareas. El mar se retira cientos de metros quedando los botes varados. Precioso.

A la 1:30 estoy durmiendo. Al rato me despierta el llanto desconsolado de una joven. No puedo evitar que el triste lamento femenino me perturbe. Durante un rato no puedo dormir.

Playa en Ko Phi Phi
Playa en Ko Phi Phi

Y bien, el día siguiente fue para enmarcar. Mis impulsos exploradores fueron causa de una caída que afortunadamente quedó en magulladuras y arañazos. Eso fue todo. Phi Phi no da para más si no contratas excursiones en barca. Y yo no lo hice.

Mis vecinas de bungalow

¡Ah! se me olvidaba, unas palabras merecen mis vecinas italianas. Las oigo hablar, converso con una de ellas, ¡qué carácter tienen! Se parecen a las españolas. Llegan de la playa, se toman sus tres horas para acicalarse y pese a no ser bellísimas salen primorosas de sus aposentos.

Al día siguiente transbordador y a Ko Lanta Yai. En temporada baja paraíso del viajero solitario.

Atardeciendo en La isla de Phi Phi
Atardeciendo en la isla de Phi Phi

Y este fue mi breve primer viaje de Krabi a Ko Phi Phi. Prefiero otras islas del mar de Andamán a este pequeño y turístico enclave. Aunque quizás merezca una corta visita. La ciudad de Krabi y todo el sur peninsular de Tailandia lo merece, sin lugar a dudas. La calidez  de sus gentes, siempre con una sonrisa en la cara no la encontrarás en otras partes del país.

Y un consejo

*Si compráis el billete de la barca que os lleva de Krabi a Ko Phi Phi, no hacedlo en el hotel. Os saldrá más caro. Compradlo en el mismo muelle. ¡Pero tened cuidado! No haced caso si os asaltan intentado venderos el ticket ya entrando al muelle. Seguid casi al final. Justo al fondo, la última taquilla es la oficial en la que no pagaréis comisión. 

Río en Krabi. Barcas de popa larga.
Barcas de popa larga en Krabi

 

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