Souvenirs, regalos y recuerdos del sudeste asiático.

Comprar o no comprar «souvenirs» al viajar al sudeste asiático. No somos pocos los que aprovechamos nuestros viajes para comprar baratijas y recuerdos que nos traeremos y acumularemos en casa. Es frecuente que la mochila o maleta regrese a nuestro hogar más cargada que al partir.  Y no es nada reprobable ni fuera de lo común si no lo llevamos hasta su máxima expresión y ridículo

Tuk Tuk magnet. Souvenirs sudeste asiático
Horrendo imán para la puerta del frigo de venta en Tailandia.

Conocí en Camboya a un ciudadano suizo de mediana edad.  Un tipo muy majo que portaba mochila y una maleta «trolley» de no menos de 100 litros de capacidad. Según este viajero me contó, su principal afición era recorrer mercadillos y pequeños comercios comprando todo tipo de artículos. Puedo imaginar como tendrá su casa en Ginebra (o donde viva). 

¿Por qué compramos «souvenirs»?

Curiosamente compramos los «souvenirs» como recuerdos que estimulen nuestra nostalgia al mirarlos tiempo después, lejos del destino donde los adquirimos. También como meros elementos decorativos o como regalos para familiares y amigos. Lo que no sabemos y si sabemos no le prestamos mucha atención, es que estas baratijas que adquirimos en la tiendecita de ese barrio de Nom Pen  pierden gran parte de su valor en cuanto llegan a casa. Y no hablo sólo de su valor económico, sino también simbólico.

No soy mucho de cargar la maleta de recuerdos, ni de comprar bagatelas, pero al cabo de los años, como no podría ser de otra forma, he ido acumulando algunas fruslerías que en su momento me parecieron obras de arte y ahora cuando las miro sólo veo unas chucherías horripilantes y ridículas. Esa horrenda colección de imanes para la nevera, la deforme talla en madera de Visnú, el  espantoso «Merlion» (símbolo de Singapur) de endeble  plástico o esa miniatura de las Torres Petronas antaño relucientes y ahora cubierta de óxido; más que recuerdos de unas excitantes semanas en el paraíso son un pequeño y decrépito museo de los horrores

Merlion. Souvenirs sudeste asiático
Merlion de venta en Amazón (por si no piensas ir a Singapur)

Tampoco se libran de esta devaluación los cd,s de música local que bailamos en noches tropicales de alcohol y diversión. Ese merengue o bachata dominicano que tanto disfrutamos en las cálidas noches caribeñas no aguanta más de 5 minutos en el reproductor de discos compactos. No digamos el «romvong» camboyano con el que recibimos el año nuevo jemer, bailando en circulos ante las sonrisa de los nativos; la bella y exótica música ha mutado en escandalosos e insoportables bramidos.

Es esta  una regla que el viajero debe de aprender (y si no peor para él).  El paraíso no se puede llevar a casa. Mejor dejarlo en su sitio y volver en cuanto tengamos ocasión.


  Romvong jemer. Música y danza típica camboyana. Sí, la he bailado!

¡Con esas sandalias me voy a forrar!

Pero no son estas los peores o mas inocentes errores en los que caemos o he caído en nuestro vagar por exóticos destinos. Algunos hemos ido más allá de la compra de «souvenirs» o recuerdos en el sudeste asiático.

No es extraño que, en ocasiones, al ver un bello utensilio o artesanía pensemos en hacer negocio vendiéndolos en casa o por internet. ¡Craso error en la mayoría de los casos! 

Pronto descubriremos que aquellas bondadosas propiedades de ese ungüento o la belleza de esa obra de arte no son apreciadas por igual por el que no se siente unido a ellos por lazos sentimentales. En este error caí también y mis ilusiones como emprendedor pronto se dieron de bruces con la realidad.

Si has visitado Vietnam y alguno de sus museos o atracciones turísticas, como pudieran ser los túneles de Cu Chi (horrible excursión sin ningún valor histórico ni lúdico) quizá  habrás podido ver el atuendo de las tropas regulares del ejercito de Vietnam del Norte y de la guerrilla del Vietcong. Una prenda me llamó especialmente la atención: Las sandalias

Las sandalias vietnamitas, hechas a partir de neumáticos de coche de forma muy rudimentaria, son compradas por los visitantes como «souvenir» para terminar colgadas en la pared. Realmente no sirven para otra cosa. 

Artesano haciendo sandalias
Artesano haciendo sandalias

Pero uno, que se cree sagaz y listillo, indagó con la ayuda de su amiga vietnamita si actualmente se fabrican estas sandalias para su uso como lo que son: para calzarlas y andar.

Y sí, descubrimos que en Hanoi queda un artesano. Anciano que con la ayuda de su yerno ha impulsado un pequeño negocio fabricando las «Uncle Ho sandals». Sandalias Uncle Ho (Tío Ho, así se llama cariñosamente a Ho Chi Minh padre del actual Vietnam). Estos emprendedores ciudadanos vietnamitas fabrican a mano, a partir de caucho reciclado, unas prácticas y bonitas sandalias de negra goma, siguiendo los mismos pasos  y métodos que antaño  durante la guerra de Vietnam.

A estas alturas ya había pensado hacerme rico vendiendo este chulo calzado en mi país. ¿Quién no va a querer calzar estas maravillosas sandalias? Si la gente se pone una camiseta con la silueta del famoso Che o del propio Uncle Ho, ¿cómo no va a soñar con las sandalias del vietcong? ¿Qué mayor apariencia revolucionaria que vestir un par de mis sandalias, un pañuelo palestino y las mencionadas camisetas? El sueño de cualquier joven rebelde de occidente. 

El caso es que compré un par y luego pedí algunas más que me fueron enviadas a mi domicilio. Tras publicitarlas más mal que bien por redes sociales y habiendo creado una tienda «online» donde venderlas, llegó la hora de la verdad. «No despertaron el más mínimo interés». Lo que para tenía un gran valor simbólico, para el que no ha viajado o conoce la historia de Vietnam no  son más que un par de sandalias de goma

Torres Petronas. Souvenirs sudeste asiático

Tras mi frustrada experiencia empresarial que se saldó con un par de sandalias vendidas renegué de aventuras similares. No obstante conozco gente que viaja a Tailandia y vuelve cargada de bisutería. Se dedica a su venta, y aprovecha las vacaciones para reponer stock. Luego lo venden en mercadillos. También en ciudades con una importante población inmigrante se sirven de los viajeros para importar y exportar bienes que puedan resultar difíciles de encontrar o más caros que en origen.

 Por lo que a mí respecta no he vuelto a comprar más  «souvenirs» en ninguna de mis visitas al sudeste asiático 😉 

Por lo general,  toda bagatela que adquieras en tu viaje no servirá más que para coger polvo en algún rincón de casa. Y  sólo tú sabrás apreciarlas… y a veces ni eso.  

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