Cualquiera que haya viajado al exótico oriente se habrá dado de bruces con una triste realidad: la basura en el sudeste asiático es un problema del que no es fácil abstraerse cuando llegas buscando el paraíso.
Es igual si vas a Tailandia, Vietnam o Indonesia… El mar del Sur de China es una auténtico vertedero de toda clase de residuos plásticos. Y no sólo es el mar. Los campos y zonas rurales, los parques nacionales, ríos y lagos e incluso muchas ciudades… Pero, ¿qué pasa con estas gentes?
Son los habitantes del sudeste asiático personas absolutamente obsesionadas con el aseo personal. El cuidado de su higiene corporal es máximo. Se duchan varias veces al día, cubren su cuerpo de talco y desodorante, y lucen siempre impolutos. A sus ojos, somos los occidentales unos guarros desaliñados que desprendemos un fétido aroma «sobaquil».
Pero, parece ser que el desmedido amor por la pulcritud en el cuerpo es inversamente proporcional al interés por mantener un medio ambiente en unas condiciones de limpieza equiparables.
Desasosiego del turista occidental en el paraíso
No exagero si aseguro que cuando el viajero se encuentra un entorno tan sucio en su deseado destino turístico va a sentirse terriblemente decepcionado. La sensación de desasosiego y tristeza se apodera de él al ver sus expectativas defraudadas.
Sin lugar a dudas, la basura en el sudeste asiático es una de los grandes problemas al que se enfrentan la mayoría de países de la zona tras haberse subido al carro, años atrás, del crecimiento económico.
No sólo es un problema medioambiental y de salud pública, sino también una traba y obstáculo para el adecuado desarrollo de sectores como el turístico, tan importante para las economías de estos países.
Plásticos en las playas…
Aún recuerdo la primera playa vietnamita a la que me acerqué. Aconsejado por un nativo y ciudadano saigonés, me decante -en mi camino hacia Hanoi- por visitar la conocida playa de Müi Né. La otra opción ere Nha Trang, destino más turístico y popular, pero me pareció -por lo que leí y escuché- que su alma estaba excesivamente mancillada por el turismo masivo. Ahora no sé si me equivoqué.
Müi Né es un destino conocido por su larga y ventosa playa favorable para la practica de kitesurf y deportes similares. Altas dunas de arena visten de blancos y ocres el litoral. En realidad, hay dos zonas de dunas (una de arenas blancas y otra de rojas) a las que las guías invitan a acercarse. Un arroyo de escaso caudal, el «Fairy Stream», desemboca en la playa. Se puede seguir su cauce durante algún kilómetro corriente arriba, disfrutando de las fantasmagóricas formas que la erosión dibuja en las rocas de arenisca.
Así contado, el lugar parece el paraíso para el viajero playero. ¡Pues no!
La playa, como tantas otras bañada por el mar del Sur de China, es una auténtico campo de minas de plásticos de distinta procedencia. Bolsas, cajas, vasos, chanclas, juguetes, pajitas, embalajes, pelotas y otros utensilios y trozos indescifrables. Andar a lo largo de lo que debió ser en su momento un lugar idílico fue una triste experiencia. Lo mismo que la visita a las dunas en las que no era difícil encontrar tapones, botellas de refresco o las siempre presentes bolsas… Remontar el «arroyo del hada» sirvió para confirmar que Müi Né es el paraíso del plástico y un ejemplo de lo que este material y nuestra dejadez es capaz de hacer al medio ambiente.
No es muy diferente en otros lugares como grandes ríos o parques naturales…
Basura en el sudeste asiático: ¡Hasta en los parques naturales!
Pues sí, hasta en los más recónditos parque naturales es fácil encontrar basuras y plásticos.
El primer parque nacional que se suele visitar en Tailandia es el de Khao Yai, debido a su cercanía a la capital. También es el más concurrido: hordas de turistas locales capitalinos lo frecuentan en puentes, fines de semana y cortas vacaciones. Como era de esperar, tras la visita, los restos de la fiesta quedan sobre el terreno para desesperación de las autoridades.
Y ante situaciones desesperadas medidas excepcionales… Leo en algún portal de noticias que la administración del parque va a tomar cartas en el asunto para poner fin a la actitud de los visitantes más «guarros» que se acercan al selvático enclave de Khao Yai. Van a comenzar a mandar por correo la basura que los turistas dejan tras el pícnic de fin de semana. Dado que los turistas tienen que registrarse previamente a la entrada al parque, no será difícil el seguirles la pista y enviarles «lo que olvidaron» en el paraje natural.
Luz al final del túnel
¿Hay esperanzas para una solución a corto plazo del problema de la basura en el sudeste asiático?
Quizás… Sin duda algo se está moviendo… Ya desde principios de año, algunos supermercados en Tailandia han comenzado a reducir la venta (o regalo) de bolsas de plástico de un sólo uso. 7-Eleven o Tesco fueron de los primeros en unirse a la campaña. De hecho, fue el gobierno el que tras reunirse con las 75 más importantes empresas minoristas las conminó a regular en sus políticas el abandono paulatino de la entrega de bolsas de plástico al cliente.
Sin embargo, tras un primer paso, parece ser que la medida no se ha generalizado y queda camino por recorrer. Muchos supermercados siguen dando bolsas a los clientes que no llevan las suyas. Por otra parte, es muy difícil controlar y hacer efectiva la medida en un país en el que la venta ambulante y el comercio familiar se encuentra tan arraigado.
Pese a todo, creo percibir que en algunos países como Tailandia (uno de los mayores contaminadores por plásticos del mundo) o Malasia y en menor medida Vietnam, surge poco a poco una conciencia colectiva de respeto por la conservación del entorno natural.
Debemos de tener en cuenta que no es sino tras el desarrollo económico y la consolidación del bienestar de estas sociedades, así como de su educación en los valores medioambientales, cuando los ciudadanos de esta parte del mundo empiezan a ser conscientes de que un desarrollo sostenible es necesario para ellos y para su descendencia.
No hace tanto tiempo, aquí en occidente, nos mostrábamos igualmente tan poco respetuosos con nuestro entorno.
Esperemos que a medio plazo podamos disfrutar de unas vacaciones sin plásticos ni basura en el sudeste asiático.
¡Buen viaje!