Vamos a hablar en una breve entrada de los mochileros o «backpackers». De ese tipo especial de turista que a veces se apropia de la la etiqueta de viajero por el hecho de creer que la forma en la que él vive la experiencia de viajar es la genuina y de naturaleza más elevada que la tuya o la mía. Analicemos pues si existen de verdad y si es así, si cumplen con lo que de ellos se espera.
1.Mochilero, ra
1. m. y f. Persona que viaja a pie con mochila.
2. m. Hombre que servía en el Ejército llevando las mochilas.
Estás son las dos acepciones de mochilero según la RAE. Debemos ceñirnos a la primera para tratar de definir al «backpacker» (en inglés) moderno.
Cuando hablamos de mochileros o «backpackers» se nos viene a la cabeza un joven viajero que con mochila a la espalda, ligero el bolsillo de recursos, con escaso equipaje y sobrado de tiempo, recorre el mundo o parte de él evitando las comodidades y disfrutando de la improvisación. Viajero con la agenda sin definir o al menos si itinerario a seguir de forma estricta.
Suelen los mochileros vestir con ropas cómodas, holgadas y de corte oriental. Si no todos, muchos de ellos. Ellas con pantalones o «shorts» de fina tela estampados con elefantitos, camiseta o top y ellos con pantalón hindú de tipo «salwar» o «harem» (bombachos y ceñidos al tobillo) con alguna vieja camisa o camiseta. Mientras que ellas visten todas igual sin excepción, ellos a veces no son fieles al espíritu oriental y se lanzan a la aventura con bermudas, sandalias y camiseta de tirantes.
Ni que decir tiene que en los exóticos países que visitan estos viajeros nadie viste así, pero queda chulo ese «look» hippy.
Las cabezas de muchos, tanto de ellas como de ellos, pueden estar adornadas por rastas, palmeras, colas y coletas. Quizás un rapado militar sea más confortable para disfrutar de este tipo de viajes pero tampoco es tan «cool».
Quizás se advierta cierto sarcasmo o mala uva en estos últimos párrafos, pero me remito a lo que he visto y aunque generalizar no sea lo correcto esto no es más que un juego.
Y al margen de su apariencia ¿Hay algo más que eleve a estos viajeros al altar de los viajeros más auténticos? Analicemos pues como realmente viajan y si respetan las sagradas reglas del clásico mochilero.
1.1¿Viaja a pie el mochilero?
Bueno, a pie, a pie, no viaja. Eso sí, del «hostel» hasta el bar va andando. También camina a veces desde la parada del autobús (si no hay un tuk-tuk o mototaxi cerca). A comprar pad thai al puesto de la esquina también suele ir andando. En resumen, a pie recorrerá cortos trayectos y si no hay más remedio. Joder, qué en pleno siglo veintiuno no vamos a dejar de usar el avión, tren, autobús, tuc-tuc, motocicleta y todo medio de transporte que la tecnología a puesto a nuestro servicio. Además, con esas sandalias no hay quien ande.
Vaya, pues se nos ha jorobado la definición de mochilero de la RAE. Pero bueno, corramos un tupido velo y continuemos a ver si al menos cumplen los otros requisitos que se le presumen a este tipo de viajero.
1.2 Mochileros o «backpackers», ligeros de equipaje.
Pues…. yo no he visto ninguno. Lo normal es que carguen con varias mochilas cual sherpa del himalaya. Normalmente portan, tanto ellos como ellas, una mochila de ciclópeas dimensiones a la espalda y otra más pequeña al pecho, sin perjuicio de llevar en la mano una bolsa del 7/eleven con una botella de agua. Lo que puede parecer lógico si estas recorriendo el ártico cual Amundsen postmoderno. Pero viajando por el trópico, ¿a quién le hace falta 20 kilos de ropa? Bueno… ropa, laptop, botiquín, neceser, cargadores varios, red antimosquitos, zapatos de repuestos, sandalias para la ducha, e-book, linterna, etc, etc…
Volvemos a fallar en otro punto. Finalmente, como tantos otros viajeros, se llevan la casa a cuestas y sobre todo la tecnología, que nos hace la vida más fácil. Una desilusión más.
1.3 Ligero el bolsillo de recursos
¿Es el mochilero un nómada de recursos limitados? ¿Es un bohemio que busca en la escasez encontrar el verdadero sentido de su viaje? En pocas palabras: ¿Viajan con poco dinero?
No los que yo conocí. La mayoría son jóvenes occidentales cargados de dólares y tarjetas de crédito que tras terminar sus estudios se dedican durante un año a viajar y conocer mundo. Tras el que será, quizás, el mejor año de sus vidas, engrosarán las filas de los pobres desgraciados con un par de semanas de vacaciones al año para ir a la playa con la mujer y los niños.
No obstante, hay una subespecie quizás mas deleznable y de peor estopa. Una rara mutación de mochilero que se dedica a mendigar para que les paguemos su viaje. No se trata de viajeros bohemios y desprendidos de apegos, no. Cargados de caras cámaras de fotos, macbooks y demás tecnología que exhiben sin rubor, se tiran en el suelo y nos ofrecen fotos, baratijas o nada a cambio de financiación. Esta forma de viajar es del todo repugnante si se hace en países en vías de desarrollo en el que el donante trabaja como un burro por un mísero salario.
Algunos gobiernos del sudeste asiático están tomando ya medidas contra los llamados «begpackers» (beg: mendigar en inglés) expulsándolos del país o llevándolos a sus embajadas.
Podríais pensar que me mofo del mochilero que viaja cargado de dólares y también del que vieja sin nada… ¿en qué quedamos? ¿cómo debe viajar el verdadero backpacker? Supongo que en el término medio está la virtud.
1.4 Es el mochilero un viajero austero.
Pues definitivamente NO. Ok, es verdad, la mayoría se hospeda en hostels y viaja en tercera clase en el tren. Regatea con el vendedor callejero ese medio dolar que le quiere cobrar de más y se conoce el bar que sirve la cerveza más barata de la ciudad.
Pero no renuncia a las comodidades. Los «hostels», hoy en día, son modernos y estupendos hospedajes con confortables literas, wifi, múltiples enchufes para todos sus gadgets y lo que es más importante: lugar sin igual para confraternizar con otros mochileros (y poder echar un kiki si se tercia).
Yo diría que el «backpacker» típico es más tacaño que austero. No busca en la escasez el espíritu del viaje como un asceta nómada, pero si pagas tú las rondas mejor, que le quedan aún unos meses de juerga.
1.5 ¿Viajan los mochileros o «backpackers» sin itinerario?
Tampoco. Con un viaje mejor planificado que el de Neil Armstrong cuando llego a la luna no deja nada al azar. La Lonley Planet fue el primer libro que compró que trata sobre su destino (primero y último). Marcados en el «google maps» ciudades, trayectos, estaciones, hoteles y bares; reserva habitación a través de alguna de las plataformas existentes en la red. El viaje lo comenzó a planear 6 meses atrás. Puede que no lleve billete de vuelta, eso se lo concedo, pero sólo eso. Ya lo comprará por internet usando la tarjeta de crédito.
1.6 ¿Es joven el mochilero?
En su gran mayoría sí. Este es el punto que la mayor parte de «backpackers» o mochileros cumple. Son jóvenes con ganas de sociabilizar, de beber hasta la embriaguez, de follar, de hacer lo que hacen cada fin de semana en sus ciudades de origen, pero en el extranjero. A poder ser en algún destino exótico.
No obstante también tenemos mochileros maduros que en su día no pudieron permitirse el lujo de vivir la experiencia. Los puedes ver aquí y allá por los barrios de «backpackers». Incómodos y desubicados intentan pasar por lo que no son. Su peor nivel de inglés los delata, así como su menor resistencia al alcohol. Entre «hostel y hostel», cuando necesitan descansar de una vez, se pillan una habitación en un buen hotel y duermen a pierna suelta. He de reconocer que yo he sido y a veces soy este tipo de pseudo-mochilero.
¿Hay pues auténticos mochileros o «backpackers» que cumplan todos lo requisitos para otorgarles tal título?
Pues sí, los hay. Son pocos y difíciles de encontrar. Gente especial. Nómadas de ligero equipaje, de bolsa al hombro y hotel sin reserva. Viajeros que pasan desapercibidos. Que disfrutan del contemplar más que de hablar. Y si alguna vez tienes la fortuna de conocer alguno de ellos disfrutarás de su compañía.
Yo conocí uno, de pequeña mochila, parcas palabras y escasos recursos ganados en largas jornadas de trabajo como camarero en ciudades occidentales. Tuve la fortuna de aprender, aunque fuera sólo un poco, de su experiencia, de su forma de vida, del saber acumulado en años de viaje y de envidiarlo. Aún seguirá ahí fuera recorriendo el mundo, siguiendo un estilo de vida al que muy pocos nos acostumbraríamos, viviendo cada día como si fuera el último. Espero volver a tropezarme con él algún día, en la puerta de un 7/eleven bebiendo una cerveza.